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Foto del escritorMarvin Núñez RD

Cómo enfrentar la muerte de un ser querido

Nuestro paso por esta tierra es un tiempo de siembra para cosechar vida eterna.


Todos los seres humanos somos conscientes que nuestra vida terrenal es pasajera. Aunque tenemos bien claro esta realidad, absolutamente nadie se siente preparado para el momento de la despedida de un ser querido.


Cuando he asistido a las actividades de la iglesia, ya sea a recibir la palabra de Dios o servir desde la música, he escuchado como el Predicador del momento ha realizado la siguiente pregunta:


- ¿Quiénes quieren estar con Dios?


Y casi todos levantan la mano (digo ¨casi¨, por si hay algún margen de error). Sin embargo, al hacer la próxima pregunta:


- ¿Quiénes quieren morir?


Vemos como bajan muchas manos rápidamente, otros la mantienen arriba con una sonrisa y sensación de miedo, al entender lo fuerte que es la realidad que nos hacen reflexionar esas dos preguntas. Esa verdad tan grande mediante la cual entendemos que debemos dejar este cuerpo atrás para poder encontrarnos con nuestro creador.


Job 19:25-27 ¨Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha está mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.¨


Un punto importante en el que debemos estar claros, es que hay una condición que Jesús nos pide y así ser merecedores de esta resurrección, ¨Creer en Él¨.


Juan 11:25-27 ¨Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.


Aun escuchando la promesa de resurrección, nuestro corazón se llena de angustia y tristeza porque creemos no volver a ver a nuestros seres amados. Luego la incertidumbre de dónde y cómo estarán.


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Jesús hace énfasis en que no nos preocupemos, que hay un lugar especial para cada uno de nosotros y nos dice que de no ser así, también nos lo diría.



Juan 14:1-7 ¨No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.¨


Aunque en nuestra humanidad no hay manera de evitar sentir tristeza y desesperación en pleno momento de la despedida, Dios fortalece nuestro espíritu para que sanemos gradualmente de ese dolor y estemos conscientes que esa despedida no es para siempre, de que hay un lugar muchísimo mejor y que nuestro paso por esta tierra es un tiempo de siembra para cosechar vida eterna.


De la carta de Pablo a los Romanos podemos extraer aquel icónico mensaje que nos llena de fortaleza: ¨Si Dios está contigo, ¿Quién contra ti? Y continúa diciendo que ninguna cosa creada, incluida la muerte ¡JAMAS! nos separara del amor de Dios. (Ver Romanos 8:31-39)


En este momento por el cual quizás estas pasando tú o alguien muy cercano a ti desde la distancia les doy un fuerte abrazo y considero prudente que no sean mías las palabras finales en este mensaje que busca llenar de paz el corazón en medio del dolor, sino que sea Dios quien hable a través del siguiente pasaje.



(1 Tesalonicenses 4:13-18) ¨Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.¨


¡Amén!

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